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Con el calor y el verano todos modificamos nuestros hábitos de vida en general, y son los alimenticios los que más cambios experimentan. También en el caso de los más pequeños, más sensibles a todos estos cambios. Con el calor, la pérdida de apetito puede suponer un quebradero de cabeza para los padres, así que vamos a intentar facilitaros la tarea con unos consejos muy prácticos.

Las necesidades nutricionales de los niños son constantes a lo largo del año, por eso cuando no quieren comer o solo les apetecen chucherías es más difícil equilibrar el aporte nutricional idóneo. En verano, igual que a lo largo del resto del año, tenemos que garantizar que tengan las necesidades de vitaminas, fibras e hidratos de carbono que necesitan. Lo que podemos hacer es presentar los platos de forma apetecible llamativa, con frutas y alimentos de temporada. Se recomienda hacer de 4 a 6 comidas diarias con unas 2.000 kcal al día. Los hábitos se pueden variar, por ejemplo, si el niño se levanta más tarde que durante el curso puede que no necesiten tomar nada a media mañana (hora del recreo) y sin embargo si cenan muy pronto y se acuestan más tarde puede que pidan algo antes de dormir. El truco consiste en ir complementando lo que se toma en esas comidas para que el aporte nutricional resulte suficiente y mantengamos una dieta equilibrada. 

Una solución sencilla para superar la inapetencia de los niños puede ser ofrecerles platos únicos y completos que combinen hidratos (cereales o patatas por ejemplo), verduras y hortalizas y un aporte de proteína, que puede ser huevo, pescado o carne, presentados de modo colorista y aprovechando los alimentos de temporada.

Las frutas y las verduras deben mantener su protagonismo; deben consumir entre dos y tres raciones de cada uno de estos grupos de alimentos. Con el calor es más habitual tomarlos en crudo y en preparaciones sencillas, por lo que es importante extremar su higiene para evitar microorganismos o residuos tóxicos que puedan causar problemas de salud. Los sorbetes y polos caseros son una opción estupenda y refrescante para animarles a tomar fruta.

Las legumbres también son para el verano: cambiaremos los tradicionales potajes del otoño y del invierno para pasar a incluirse en ensaladas o incluso sopas frías. Se trata de un alimento que aporta proteínas, hidratos de carbono, hierro y vitaminas del grupo B, con alto contenido en fibra y bajo en grasas por lo que resulta insustituible y ofrece una forma sencilla de obtener la energía necesaria para pasar las largas tardes al sol.

Otra forma de preparar menús completos para el verano son los bocadillos ya que el pan ofrece los hidratos de carbono de absorción lenta necesarios y pueden rellenarse con todo tipo de ingredientes. Las distintas variedades de panes con frutos secos, con semillas, con queso o con formas hacen que los bocadillos siempre sean diferentes.

Y para beber, SIEMPRE agua, ¡es la mejor bebida para hidratarse! Los niños son más vulnerables a la deshidratación y muchos de ellos se olvidan de que tienen que beber cuando están jugando. En este caso hay que recordárselo y darles agua, también puede combatirse la deshidratación con leche o tomando frutas de temporada con alto contenido en agua como la sandía o el melón, que a su vez aportan fibra y vitaminas.

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